En estos días me pregunto: ¿puede la Guerra Global en contra del Terrorismo ser catalogada como una guerra justa? Por su complejidad, dividiré la exposición de este tema en tres partes/: en la primera abordaré le teoría de guerra justa, en la segunda definiré la Guerra Global en contra del Terrorismo y cómo ésta es una guerra injusta y en la tercera discutiré el fin del signo "Guerra Global en contra del Terrorismo" por la administración de Barack Obama y su "nueva" articulación semántica - igualmente problemática. (Continúa...)
La teoría de guerra justa nos ha sido legada por una multitud de teólogos (católicos), filósofos, militares, sociólogos e historiadores, entre otros sujetos. Ésta se compone de dos criterios principales: jus ad bellum y jus in bello. El primero alude al derecho a realizar una guerra mientras que el segundo tiene que ver con la conducta correcta durante una guerra. Por medio de estos dos criterios la teoría de guerra justa procura establecer algunos principios rectores generales que deben seguirse para poder determinar la justicia de un evento bélico. Para propósitos de la argumentación de este ensayo solo me ocuparé del derecho a la guerra o la proposición de una guerra justa y no discutiré los aspectos, igualmente importantes, relacionados al comportamiento de los combatientes durante una guerra.
Según Michael Walzer, uno de los teóricos más importantes de las pasadas cuatro décadas, solo existen dos causas para legitimar una acción bélica: la amenaza de una agresión o una masacre, así como la eventual realización de una o ambas. Por agresión Walzer comprende aquella acción que irrumpe la paz, una paz con derechos (a la libertad y a la vida) y que un Estado tiene el deber moral de identificar porque la seguridad colectiva depende del reconocimiento y la acción colectivo de los individuos que constituyen/integran al mismo. Las agresiones son, además, formas de transgredir la integridad territorial o la soberanía política de un Estado y como tal se consideran crímenes de guerra. En este sentido, podríamos pensar en que Estados Unidos fue víctima de una agresión (o múltiples) durante el 11 de septiembre y ésto daría razón a cualquier recurso bélico que tome su gobierno contra el perpetrador o los perpetradores de la agresión. Sin embargo, la teoría de guerra justa, como hija de un período de constitución de estados, nos obliga a cumplir con otros parámetros.
La guerra es legítima, según la teoría de guerra justa, solo cuando restituye la paz con derechos que existía antes de la agresión. Para que sea considerada como un evento legítimo, la guerra tiene que reinstituir el ordenamiento jurídico/político internacional y, por lo tanto, es un vehículo para la perpetuación de los estados sobre los individuos. Esta teoría privilegia a los estados y los individuos son invisibilizados, su importancia solo aflora cuando la violación de sus derechos afecta a su estado u otro estado. De esta manera, la teoría establece que la guerra es algo que sucede entre estados independientes o dependientes (por ello de incluir las colonias). Los ciudadanos, entiéndase el Estado, que sufren una agresión están justificados siempre en luchar para preservar su libertad. Desde la perspectiva de Walzer, el jus ad bellum depende de la existencia de una autoridad formal/legítima (un estado o grupo de estados) que actúa o reacciona ante una agresión y que articula un argumento de justa causa de forma prescriptiva o prospectiva. La agresión constituye la acción paradigmática del crimen de la guerra.
Otro aspecto fundamental de una agresión es que obliga a la resistencia forzosa y pone en peligro la vida; la agresión abre las puertas del infiernopara los no combatientes y para los combatientes. La vida de los no combatientes es puesta en riesgo y su paz es destruida. Asimismo, el infierno de la guerra para los combatientes reside en que las razones para una guerra no se encuentran en sus manos sino en la de sus superiores, además de que ellos se encuentran compelidos moralmente u obligados por derecho a combatir. La guerra es un infierno porque los combatientes no eligen los riesgos que sus superiores eligen por ellos, ni la agonía ni la muerte que deben soportar.
Por lo tanto, la guerra debe ser considerada como último recurso dentro de un abanico de posibilidades de acciones cercanas a la guerra: sanciones económicas, control de programas militares y energéticos, embargos y restricciones al uso de ciertos espacios aéreos o marítimos, entre otras. Algunos utilizan el término de contención para describir algunas de estas acciones. (La tercera parte abordará este concepto que ahora es utilizado por la administración de Obama). Un Estado debe aspirar en todo momento, entonces, a evitar la guerra y solo de esta forma podrá dar justicia a su causa - su guerra será justa.
La teoría de guerra justa procura delinear ciertos límites morales a la acción bélica para que los estados no la utilicen irresponsablemente. Según esta teoría solo una agresión constituye una justa causa para realizar una guerra la cual deberá ser breve para que las puertas del infierno que abre permanezcan abiertas el menor tiempo posible. La meta de un evento bélico, para que sea justo, es restituir la paz con derechos que existía antes de la agresión cometida por un Estado.
Imagen: Discípulo de Goya. "El Coloso" (1808-1812).
Hola Ivan:
ReplyDeleteEn primer lugar te felicito por la entrada. Introduces de una manera clara y concisa los conceptos que vas a tratar. Es todo un lujo que cuestiones jurídicas, políticas, éticas y morales sean puestas sobre la mesa de esa forma. En muchos casos las exposiciones son áridas y por qué no decirlo, aburridas. Está claro que las cuestiones de esta índole no tienen por qué ser divertidas, pero a veces el rigor académico hace que el debate quede restringido a un círculo muy cerrado, haciendo inoperante cualquier discusión. Una vez más, te felicito.
Sin embargo, cuando hablas del infierno para los soldados, creo que puedes llegar demasiado lejos al decir que son victimas de las decisiones de sus superiores. Evidentemente, un soldado en la guerra debe ejecutar acciones terribles -como apretar el gatillo- en el marco de la cadena de mando, pero al menos en los ejércitos profesionales (como es el caso del Ejercito Español, el de mi país), la entrada en el mismo es voluntaria y el sometimiento a la cadena de mando también. Con esto quiero decir que la decisión de entrar en el ejercito y con ello el sometimiento a la cadena de mando, es una decisión personal y debemos esperar que en el supuesto de que hablemos de un sujeto razonable (y racional) es un ejercicio meditado en el que el futuro soldado sopesa en su decisión de entrar en el ejercito el hecho de que en el futuro posiblemente se vea obligado a apretar el gatillo y con ello vivir el infierno. Evidentemente, mi objeción se asienta sobre la base de que el combatiente no esté obligado por el estado a cumplir servicio militar, pero igualmente me parecía una objeción importante ya que en el caso de los soldados de EEUU realizan su servicio libremente, aceptando libremente la agonía y la muerte.
Sin más que añadir, intentaré leer en cuanto pueda el resto de tu exposición, intentando aportar mi punto de vista si con ello puedo enriquecer tu exposición o realizar algún tipo de crítica constructiva (o deconstructiva).
Un saludo, Javier
Javier,
ReplyDeletegracias por sus comentarios y por presentarnos una importante pregunta: ¿hay imposición al combatiente cuando éste se enlista voluntariamente en el ejército? Ciertamente, esta pregunta tiene diversas maneras de ser abordada. Me limitaré a ofrecer más apoyo a mi proposición de que "[l]a guerra es un infierno porque los combatientes no eligen los riesgos que sus superiores eligen por ellos, ni la agonía ni la muerte que deben soportar".
Si bien los combatientes de muchos estados ingresan al ejército de forma voluntaria, los argumentos y los planteos para llevar a cabo una guerra no están en sus manos. Debido a la estructura profundamente jerárquica del ejército, la mayoría de sus miembros no tienen opción al momento de que un jefe de estado determine que se debe emprender una guerra. Bien se puede conceder que ellos asumieron el riesgo de ir a batalla al momento de enlistarse. No obstante, se podría partir de la premisa de que ellos asumen el riesgo de perder la vida sólo por una causa justa. Acepto que mi argumento se basa en el supuesto de que un ciudadano se somete a cumplir el servicio militar con el objetivo de hacer un bien, de velar por la justicia. Esto es terreno escabroso para el debate, lo admito.
En fin, debido a la naturaleza de la cadena de mando y su intrínseco carácter antidemocrático: el combatiente, una vez enlistado, tiene escaso campo de acción para negarse a pelear una guerra injusta. Entre sus derechos, al menos en Estados Unidos, puede objetar ser partícipe de una guerra injusta so pena de ser enjuiciado en un tribunal militar por incumplimiento al deber. Esta decisión, aunque en extremo perjudicial para su carrera militar, sería una forma de cumplir con sus principios éticos de respetar los derechos morales de hombres y mujeres.
Salud.