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Ante mí tengo una pantalla blanca, con un cursor que parpadea insistentemente y que me indica que debo poblar este enorme espacio con rastros negros que comuniquen lo que me habita. Pero, es que esa pantalla blanca comunica con mayor claridad lo que siento y pienso, ella expresa, con la fuerza de una multitud de píxeles enredados, que no hay macana que silencie la dignidad y la justicia de los reclamos del estudiantado. Ahora viene marchando la negra bota con su negro rotén, decididos a golpear con su intransigencia la democracia y el diálogo estudiantil.
Primero se enfrentan a la tenacidad y la entereza de quien lleva consigo el inquebrantable compromiso de luchar por una educación pública superior de calidad para todos. Lo intentaron el 21 de abril y ahora la administración y el gobierno regresan a la fallida estrategia del redoble militar. No hay tambor de guerra que nos haga marchar en desalojo, nuestro compromiso no es con la impositiva autoridad del rifle sino con la liberadora voluntad de la democracia que renovó el voto de huelga.
La pantalla destella con su nácar la imperiosidad del momento, las letras insisten en su invasión mientras los píxeles níveos resisten la intimidación. Entre letra y letra se cuela un pixel, su creatividad y dedicación le permite evadir todo cerco.
Creo poder entender. El poder ha fallado a la educación cuando decidió ausentarse del curso impartido por el estudiantado: nuestra existencia va más allá de nuestros cuerpos. Antes de comenzar a impartir nuestras clases sobre lo que es democracia, respeto, diálogo y madurez, los estudiantes inauguramos una existencia que ahora habita paredes con murales, papeles con tinta, páginas web con ideas y corazones con solidaridad. Hemos trascendido los límites de lo físico para ocupar(nos) de los espacios simbólicos de lo eterno.
Si remueven nuestros cuerpos de los portones, regresaremos. Si pisan nuestras bocas con sus botas, escribiremos. Si pintan sobre nuestros murales, pintaremos el suelo y el cielo. Si arremeten contra nuestros brazos con macanas, les golpearemos con la fuerza de una multitud de flores.
Nosotros, los de la generación ¡Basta Ya!, nos rebelamos ante la injusticia de la ley, ante el atropello del golpe, ante la terquedad del necio y ante la anti-democracia del déspota. Nuestras mentes y corazones se encuentran llenos de la fuerza de un millón de besos y abrazos, llenos de la seguridad de que lo justo perpetúa nuestra existencia.
Imagen: Fotografía por Ricardo Alcaraz (Diálogo Digital, 2010). Derechos Reservados.
Ante mí tengo una pantalla blanca, con un cursor que parpadea insistentemente y que me indica que debo poblar este enorme espacio con rastros negros que comuniquen lo que me habita. Pero, es que esa pantalla blanca comunica con mayor claridad lo que siento y pienso, ella expresa, con la fuerza de una multitud de píxeles enredados, que no hay macana que silencie la dignidad y la justicia de los reclamos del estudiantado. Ahora viene marchando la negra bota con su negro rotén, decididos a golpear con su intransigencia la democracia y el diálogo estudiantil.
Primero se enfrentan a la tenacidad y la entereza de quien lleva consigo el inquebrantable compromiso de luchar por una educación pública superior de calidad para todos. Lo intentaron el 21 de abril y ahora la administración y el gobierno regresan a la fallida estrategia del redoble militar. No hay tambor de guerra que nos haga marchar en desalojo, nuestro compromiso no es con la impositiva autoridad del rifle sino con la liberadora voluntad de la democracia que renovó el voto de huelga.
La pantalla destella con su nácar la imperiosidad del momento, las letras insisten en su invasión mientras los píxeles níveos resisten la intimidación. Entre letra y letra se cuela un pixel, su creatividad y dedicación le permite evadir todo cerco.
Creo poder entender. El poder ha fallado a la educación cuando decidió ausentarse del curso impartido por el estudiantado: nuestra existencia va más allá de nuestros cuerpos. Antes de comenzar a impartir nuestras clases sobre lo que es democracia, respeto, diálogo y madurez, los estudiantes inauguramos una existencia que ahora habita paredes con murales, papeles con tinta, páginas web con ideas y corazones con solidaridad. Hemos trascendido los límites de lo físico para ocupar(nos) de los espacios simbólicos de lo eterno.
Si remueven nuestros cuerpos de los portones, regresaremos. Si pisan nuestras bocas con sus botas, escribiremos. Si pintan sobre nuestros murales, pintaremos el suelo y el cielo. Si arremeten contra nuestros brazos con macanas, les golpearemos con la fuerza de una multitud de flores.
Nosotros, los de la generación ¡Basta Ya!, nos rebelamos ante la injusticia de la ley, ante el atropello del golpe, ante la terquedad del necio y ante la anti-democracia del déspota. Nuestras mentes y corazones se encuentran llenos de la fuerza de un millón de besos y abrazos, llenos de la seguridad de que lo justo perpetúa nuestra existencia.
Imagen: Fotografía por Ricardo Alcaraz (Diálogo Digital, 2010). Derechos Reservados.
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