Wednesday, November 10, 2010

Por una política de la comunalidad

Imagen tomada de: Node Garden. Garden of Computation.
No basta decir que se lucha por el Otro si éste no participa ni se encuentra presente. Tampoco es suficiente proclamar la apertura discursiva al debate mientras se le impone al Otro que deje en la entrada las herramientas que desea y conoce. Si queremos romper con la dominación, la invisibilización y la aniquilación del actual sistema (económico, político, cultural), necesitamos armar una política distinta. Es tiempo de re-articular y de re-encontrarnos con una política de la comunalidad, con el gesto comprometido del escuchar antes de decir, con la fuerza revolucionaria de comprender antes de criticar y con la inigualable idea del respeto.


Como proyecto político, la comunalidad parte de un actuar en varios niveles (sin ningún tipo de orden o relación jerárquica): la identificación con un entorno comunitario/comunal mediante el reconocimiento de asuntos comunes, la tensión identitaria entre el individuo y el colectivo, la discusión-aceptación de la variedad y la diferencia, la coexistencia entre el acuerdo y el desacuerdo y la acción variable. Esta es la política de la comunalidad que les propongo. Pero, ¿a qué me refiero con cada uno de esos niveles? Vale, me voy a explicar.




Para que pueda existir un proyecto de comunidad primero es necesario que una cantidad indeterminada de individuos se identifiquen con y se sientan parte de un colectivo. Esa sensación de comunidad la provee el reconocimiento de asuntos y condiciones que se comparten. Algunos hablamos de comunidad universitaria, por ejemplo, porque identificamos unas formas de ser-estar en ese complejo mundo que es la Universidad: la producción rigurosa de conocimiento, la recopilación-clasificación-reflexión del conocimiento, el tránsito por un locus particular (físico y simbólico), el sitio donde el pensar/reflexionar se constituye como forma de vida. Una política de la comunalidad requiere de la conformación, aunque contingente, de un colectivo de miradas, de aspiraciones, de amores y desilusiones.

Esa contingencia identitaria, esa tensión individuo-colectivo, recae en la manera en que lo comunal no es un espejo de nuestros deseos, sino una proyección espectral de nuestro ser. (¡¿Cómo?!) No podemos pretender que lo que se proponga entre diferentes individuos sea una copia exacta de lo que pensamos. Tan pronto nos sentamos a negociar asuntos y aspiraciones comunes, el producto final no será lo que piensa cada cual por su cuenta, mas sí lo que se acuerda en conjunto. Este acuerdo constituye una nueva forma de ser, una expresión sintética (síntesis) de los deseos particulares que toman un nuevo cuerpo.

Las aspiraciones y los asuntos comunes se logran solamente con la discusión-aceptación de la diferencia. La comunalidad no debe invisibilizar las divergencias, pero sí re-conocerlas. ¿En qué no se coincide? ¿Por qué? ¿Son estas diferencias irreconciliables? ¿Cómo podemos acordar desacordar sin lacerar las comunalidades y el proyecto común? Diferir conforma una parte necesaria y deseable dentro de la política de la comunalidad. Pero, sobre todo, diferir con respeto a la diferencia sin su trivialización.

Con el reconocimiento de las diferencias viene atado la aceptación de la variedad de actuar. No hay una sola forma de actuar; el verbo no requiere del movimiento de un cuerpo ni de su inmovilidad. Para proveerles un ejemplo concreto de lo que me refiero: como parte del síndrome post-huelga, hay quienes pretenden invisibilizar la agencia que se dio fuera de los portones, la huelga que se dio desde las casas, los trabajos y las redes sociales, entre otros espacios. Ser "huelguista" en la pasada Huelga Creativa no era una condición exclusiva para quienes pernoctaban en la (relativa) incomodidad de las casetas. De tal manera, el actuar se redefinió y se amplió para incluir otras prácticas discursivas que hicieron viable la efectividad de la táctica de la huelga. Una política de la comunalidad será posible mediante la aceptación de la multiplicidad de formas de actuar; hay que romper el monopolio de lo que es aceptable como acción política. Lo político es ubicuo, anda por todos lados y, por lo tanto, en todos lados se puede resistir, se puede proponer.

Pienso en estos días en la re-articulación de una política de la comunalidad porque me preocupa la fragmentación y el canibalismo que se produce en el seno del movimiento estudiantil con las pugnas de legitimidad entre estudiantes "no-organizados", los comités de acción y el consejo de estudiantes. Veo con ansiedad cómo se va conformando una política de la negatividad: no a la cuota, no al consejo, no a la administración, no a la huelga, no al cierre, no al Estado, no a la disidencia, no a la vanguardia y, pronto, no a nada. Tomando prestado el término que ofreció Kahlil Chaar-Pérez al pie de la columna de Rubén Ríos Ávila, es necesaria una "radicalidad positiva", una política del desprendimiento comprometido y del profundo amor al Otro.

La política de la comunalidad que les propongo requiere del reconocimiento de la incertidumbre y de la contingencia del ser. Es más, puede que haya una certeza: Que no hay certezas. (Creo haber leído eso en algún sitio y en mi memoria no aparece el lugar). Articular una política de la comunalidad no es tarea sencilla, pero tampoco imposible. Requiere del inconfundible compromiso de amar lo que somos, lo que no somos y lo que podemos ser.

11 comments:

  1. hace no tanto tiempo, a quienes soñábamos con la política de la comunalidad, nos llamaban (pero más importante aún, nos LLAMÁBAMOS) comunistas (revolucionarios, libertarios, anarco-comunistas...). hoy, asumir ese nombre a menudo es automáticamente mirado con reproche, como si al tomarlo para mí automáticamente se lo impusiera a los demás.

    sin embargo, la fácil sería negar con piadosa tolerancia liberal que en efecto, al llamarme de esa forma, expreso un deseo de tod@s y para tod@s. ese es el precio de soñar en común.

    me parece muy bien lo que planteas en el escrito. sólo una pregunta: aceptando y reconociendo todo el valor y la importancia de aquellas acciones allende los portones (que por cierto, fue donde yo me desempeñé principalmente) en lo que llamas "Huelga Creativa" (yo prefiero mis huelgas como mi comunismo, sin adjetivos)...

    qué se habría logrado sin quienes, como tú, soportaron la incomodidad de las casetas? habrían sido posibles siquiera las mil y una importantes y valiosas contribuciones de quienes apoymos desde afuera?

    entonces, si podemos reconocer el valor y la importancia de esas otras cosas, perdemos algo con reconocer un valor y una importancia especial (por no decir "mayor") en ciertos tipos de acciones?

    cuál es la diferencia mínima entre una "Huelga Creativa" y la creatividad cotidiana de todos los días?

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  2. Gracias por el comentario, agit-prop. Entiendo que sin la presencia de los cuerpos en el adentro y en el afuera, así como con la producción inmaterial que se dio en tantos sitios, la Huelga Creativa (me gustan los adjetivos como vehículo de distinción histórica) no hubiera sido posible. En cuanto a "reconocer un valor y una importancia especial (por no decir "mayor") en ciertos tipos de acciones" tengo mis reservas. Considero que hacer esto produce una jerarquía de acciones, de "sacrificios" y se minimiza la importancia que otras formas de actuar tienen.

    Las diferencias entre la Huelga Creativa y la creatividad cotidiana de todos los días recae en el contexto en el que cada una se lleva a cabo, en las subjetividades envueltas, en si hay algún proyecto identitario, etc. Ahora bien, esas diferencias no pretenden explicar que una es más importante que la otra.

    Salud y seguimos el debate.

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  3. Saludos:

    No estoy seguro si cuando hablamos de la huelga nos referimos a la misma cosa. Una huelga pos industrial y en un contexto universitario (realizada por estudiantes) es algo distinto a la huelga tradicional (que en Puerto Rico, hoy día, escasea como práctica), en el escenario de la fábrica y con fines de paralizar la producción de algo. Invito a que alguien se aventura a ofrecer una definición de huelga en el contexto universitario de la Universidad de Puerto Rico (realizada por estudiantes). Aclaro que no me refiero a nombrar la huelga acompañada de un adjetivo (como huelga creativa). Me refiero a una definición de huelga que atienda la condición de servir como mecanismo de presión (sin hipérboles) y que se distinga de otros mecanismos de presión (para producir una definición más precisa). Tal vez la pasada llamada huelga fue una combinación de actividades de protesta (mecanismos con fines de presión) y a ese conjunto de actividades se le denominó huelga. ¿Qué diferencia un paro o cierre de una huelga? ¿Son un paro indefinido, un paro seguido de una huelga, una huelga con portones cerrados, una huelga indefinida, la misma cosa? La famosa huelga de hambre es un mecanismo de presión que invoca a la compasión (mecanismo de presión humanista) mediante el paro de producción digestiva y la paralización de una persona o varias (huelguistas) de la actividad regular (cotidiana) de alimentarse y proteger la vida. Este tipo de huelga cuestiona la vida misma, reta a la cotidianidad y provoca empatía. Tal vez la huelga creativa pasada tiene mucho en común con la huelga de hambre, pero evidentemente es diferente. Nuevamente pregunto: ¿Qué es una huelga (estudiantil) y qué implica en el contexto de la Universidad de Puerto Rico?

    Agradezco las potenciales respuestas


    Luis Del Valle

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  4. interesante perspectiva, interrogantes que surgen necesariamente apuntan a si dicho concepto de comunalidad es un concepto definido sobre criterios reales (materialistas) o sobre visiones idealistas (idearios sugeridos a base de criterios de valores)... no se si lluevo sobro mojado cuando te recomiendo que la "comunalidad" se puede plantear a base de las diferencias objetivas: sectores sociales implicados y su correspondiente tinglado ideologico... bueno insisto interesante ya que de alguna manera se parte de un premisa de que no hay "seguridad" en los supuestos...

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  5. Luis,

    no hay una definición normativa de lo que es una "huelga estudiantil", a mi parecer. Para establecer una definición del término se deben considerar sus manifestaciones particulares en un determinado momento. Las huelgas estudiantiles de 1981 y 2005 tienen semejanzas con la pasada Huelga Creativa, pero cada una se distingue de la otra.

    Empero, mi enfoque en la columna no es delinear una definición de "huelga" sino aproximarnos a una política de la comunalidad.

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  6. Entiendo la propuesta de escuchar antes de decir, pero alguien debe comenzar la conversación, o comenzar el debate en los casos en que se quiera criticar. Si luego de comprender se necesita criticar, ¿es permitido o aún así se considera una práctica de no aceptación? ¿Qué pasa cuando un grupo hegemónico impone su estilo en un foro como la asamblea? Por ejemplo, cuando se usan batucadas para concentrar a los estudiantes hacia el centro (frente a la mesa, los micrófonos y la prensa) se presta para que los que difieren sean interrumpidos por la euforia del ambiente carnavalesco. ¿Cómo evitar que en ánimo de validar un esfuerzo político una organización se prepare para dominar los turnos al micrófono (acapararlos), esté lista para amedrentar, provoque interrupciones (gritos y aplausos) y fomente continuar una asamblea sin quórum? Me pregunto: ¿una huelga es un mecanismo que debe respetarse porque hay otros en la com(unidad) que la desean y sólo saben de ese mecanismo, aunque ello implique imponérselo a muchos que bien lo conocen y no confían en el mismo? No entiendo cómo es posible callarse y escuchar (en los lugares en que se toman las decisiones) cuando para tomar un turno hay que batallar (en un ambiente cuasi bélico). Estoy de acuerdo con la propuesta de la comunalidad, pero llevarla a la práctica tomará mucho tiempo y quién sabe si nunca llegue a ser. Espero que la propuesta no sirva para acallar a los que comúnmente callan y escuchan, y que no beneficie a los oportunistas que no tienen escrúpulos con quienes deciden apostar a la armonía y al bien común.

    Luis Del Valle

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  7. Luis,

    ¿solo el que critica comienza la conversación?

    En relación al hostigamiento, copio lo que escribí en una nota de Facebook de un amigo: "Ahora bien, además de bregar el asunto del quorum, creo que el comportamiento de tod@s l@s compañer@s debe analizarse. Es bien difícil para algun@s pararse frente a miles de colegas estudiantes a establecer un punto de divergencia. Disentir es un ejercicio difìcil porque requiere confrontar una o un grupo de ideas. Cuando alguien toma el micrófono y se le abuchea por diferir, se crea un terrible precedente contra el respeto a la diferencia de opinión y criterio. El abucheo es un gesto de violencia simbólica cuyo fin es declarar no solo que no se aprueba lo que se dice, sino que lo que se dice se debe callar, eliminar, enmudecer. Oye, esto no sucede solamente en la iupi. También se ve en los procedimientos parlamentarios en Inglaterra, nuestra legislatura, en Francia, en Venezuela. Esto no significa que es natural al proceso parlamentario o de debate, mas sí es parte de una estrategia de invisibilización, supresión y dominación."

    No tengo demasiados problemas con el carnaval, no tiene porqué ser demonizado por medio de una moral cristiana de la pureza.

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  8. ¿Qué tiene que ver señalar que las asambleas se convierten en un carnaval con demonización? Una asamblea no tiene (debe) que ser un carnaval, de hecho si lo es, entonces que lo incluyan en la convocatoria; así todos vamos listos con nuestros pompones y megáfonos a hacer ruido e interrumpir a los que hablan. Si se trata de ir a un espectáculo deportivo, entonces vamos todos con camisetas con nuestras posturas y que gane el gladiador más hábil y con más fanaticada.

    Sabes bien que las batucadas y los séquitos (turbas) se utilizan para seducir y aglomerar estudiantes hacia el centro de la mesa (táctica utilizada en la segunda asamblea durante la huelga pasada (reunirse en el centro con gritos, aplausos, hojas con insultos y acercamientos amenazantes) y en la asamblea del 11 de noviembre).

    Te encanta decirle a los demás que son moralistas y te olvidas que eres tú quien demanda que todos nos acojamos (“voluntariamente”) a la moral de la comuna (religiosa por demás) que niega que es comuna en la supuesta diversidad. Pero excluyes a la llamada derecha, a los que difieren en las asambleas, a los supuestos PNP y a los que son PNP, a los administradores (entre ellos profesores; y son muchos y todos a la vez, pues los docentes son potenciales administradores), entre otros. Clasificas como la "diferencia" a personas que no comparten tu postura. Esa diferencia casualmente es la que llamas y englobas en el concepto "mayoría silente" (por qué no los silenciados o los que deciden guardar silencio). Aprovechas que la administración universitaria usó tales términos para empujar (con la fuerza simbólica) a todos los que son silenciados o que prefieren (voluntariamente) guardar silencio. Regulas en exceso el modo de expresión de otros y quieres que se acomoden a tu orden comunal (en red) que más bien parece ejercicio de pescador (con red).

    No me convences y sé lo que implica el ejercicio propagandístico de decir que otros demonizan y de fungir como moralista (poeta del Movimiento, exégeta de las críticas, apologeta de la comuna, juez de la diferencia, pastor intelectual) que se niega a sí mismo.

    Las críticas no persiguen enredar a nadie, pues se acogen o no se acogen, se modifican, se critican y revisan (además de que sirven para revisar lo propuesto). Las apologías y los supuestos proyectos a largo plazo (como la comunalidad que todavía no es) pueden examinarse sin garantía de que llegarán a ser (siendo). Comprendo el ejercicio de construir tal comunalidad (aunque sea discursivamente, como primer paso), pero aborrezco todo intento de negar que no estamos en una condición ni siquiera parecida a la de una comunalidad, comuna o cualquiera de sus formas y figuras.

    Lo digo con respeto no para insultar, pero bastante se abusa de la sutileza para controlar. Mi estilo a veces es más directo, otras sarcástico (no lo impongo), pero igual de válido.

    En cuanto a lo carnavalesco, no se trata de moralismos, pues soy el primero que avalaría que se hable claro, si se trata de propaganda y de seducciones, vayamos todos listos a competir y a gritar (hasta que nos quedemos sin voz).

    Luis Del Valle

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  9. No apoyo el intento de silenciar y crear las condiciones para que sólo hablen los grupos hegemónicos. Estoy cansado de este servicio que le hacen muchos intelectuales, posmarxista, críticos de la "izquierda", "melones", sindicatos, entre otros (las categorías no son tan importantes) a los grupos estudiantiles autoproclamados los verdaderos izquierdistas. Por un lado, le hacen una crítica común (irónico el término) a la que hacen tantos otros, pero no hacen nada concreto (no sólo en la virtualidad) para impedir y para fomentar condiciones que realmente ayuden a las comunalidades que proponen (pues las asambleas son defendidas a muerte con todas sus condiciones carnavalescas). Conozco a varios de los miembros de organizaciones, comités y grupos portadores de la "izquierdad" que saben que pueden gritar, interrumpir, coaccionar, intimidar, amenazar a otros porque nadie hará nada concreto para evitarlo, y el control damage siempre es una opción. Luego de la asamblea se comportan como ovejas blancas (por unos días) hasta la próxima asamblea. No se respetan los lugares en los cuales se toman las decisiones, pero son respetuosos por Facebook. Se encapuchan para destruir y luego limpian el Recinto con capuchas. Imponen su postura en la asamblea y humillan al que difiere, pero “no te preocupes que tenemos a intelectuales que nos harán el damage control y los que se opongan los acusamos de demonizadores demonizándolos”. Después de todo muchos de sus críticos son aliados políticos y en el fondo religan juntos, aunque nieguen estar revueltos.

    Luis Del Valle

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  10. Luis,

    gracias por leer mi blog y añadir tus comentarios, aunque son más bien textos inconexos con lo que expongo. Nunca seré(mos) tan claro(s) o crítico(s) como quisieras. Me interesan los debates y los diálogos que parten del respeto y la honestidad porque aspiran a identificar puntos de convergencia, hay un deseo por lo común. Aunque uno te demuestre que tenemos ciertas coincidencias, nunca es suficiente. De tu parte hay un mayor interés en decir que en escuchar o responder a lo escrito. Lamentablemente, hay diferencias que son irreconciliables.

    Salud

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  11. Te agradezco el espacio (foro) que ofreces. En instantes como estos no es fácil llegar a acuerdos o lugares comunes. Mi indignación apunta a la defensa de tácticas que dificultan el escuchar, debatir y decidir en las asambleas (y en otros foros en los cuales se toman decisiones). Nos veremos en otros espacios (quizá en la próxima asamblea). Veamos cuál estilo resulta hegemónico y que resulta de este chocar inevitable.


    Hasta pronto


    Luis Del Valle

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