Thursday, September 15, 2011

Sin título


Trey Ratcliff, "The Bamboo Forest"
I

Entraba a una densa selva atravesada por un largo camino. Mis pies se seguían mutuamente. Anticipaban la persecución que el otro elaboraba. Sus pasos aceleraban. Caminaba mirando el suelo. Me maravillaba ver cómo el terreno recorrido se desdibujaba en una difusa nube a mi espalda, como un cristal empañado por el frío de la noche y el calor de un bar. Algunas ramas se interponían en la vereda. Fui cuidadoso para no tropezarme. El sonido de mi nombre hizo que levantara la mirada hacia el frente.

II

Los autos transitaban como de costumbre. No ponían sus señales. Bloqueaban el carril contrario y el tempestuoso rugir de sus bocinas poblaba cada espacio de esa inhóspita calle. Las cunetas arrastraban la basura acumulada durante toda la semana. Varias bolsas de Doritos y Cheetos transportaban hojas secas, mugre y uno que otro cigarrillo parcialmente fumado.

Intentaba comprender cómo había llegado allí. Fracasaba. Reconocí la tienda de surfing en la esquina. Supe que estaba en la calle McLeary. La familiaridad del espacio no calmó mi ansiedad. “¿Cómo llegué?”, insistía mi mente. “¿Qué hago aquí?” Prefería regresar a la selva, a donde el desconocimiento del espacio sentaba mejor con mi espíritu inquisitivo y la serenidad del viento calmaba mis tensos nervios.

De nuevo mi nombre y nada. O mejor dicho, nadie. Sólo un estacionamiento vacío con rampas que trepan paredes y las sombras que la luz del poste ayuda a crear. El sonido se repite y me percato que al fondo hay una verja con una puerta entreabierta. Me dirijo hacia ella, escapando del estruendo de la ciudad.

Aquella puerta me conectaba con algo familiar.

Trey Ratcliff, "The Secret Passageway to the Treasure".
III

La selva reapareció y noté que estaba en un lugar elevado. Alguna montaña o alguna colina, pensé. Aquella suave vereda de tierra y ramas fue sustituida por la milenaria dureza de la piedra. El abismo que se abría a mis pies delató la estructura. Me encontraba sobre una monumental y decapitada piedra tallada. La cabeza yacía colapsada a sus pies. Con el rostro levantado hacia los cielos, clavaba su miraba directo en mis ojos. El brazo derecho, desde la mano hasta el hombro, reposaba en trozos y de forma irregular sobre la cabellera. Otra vez la voz y nuevamente la ausencia.

Me lancé de su hombro izquierdo. La fortuna la resolvió el viento…

2 comments:

  1. Está cabrón que hoy mismo, como a eso de las tres o cuatro de la tarde, publiqué un poema titulado -aunque no lo creas- "Sin Título". La primera vez que titulo un post como "Sin Título", es la primera vez también que aparece un post de otro blog con el mismo título. Muy bueno el relato. Saludos.

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  2. Similarmente, ayer hablaba yo con un amigo sobre cómo no hay mundos paralelos sino que el mundo en sí es paralelo, es múltiple, que al fin y al cabo hay alguien en algún lugar del planeta diciendo/escribiendo/haciendo lo que uno está diciendo/escribiendo/haciendo. Vaya coincidencia que, en este caso, esa persona estaba en el mismo país que yo.

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